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Palabras del Embajador de Uruguay, Carlos Abin
Festival de cine – Homenaje a Marco Baccin

Las Embajadas de Argentina, Brasil y Uruguay inauguran hoy esta muestra de cine que tiene tres caractarísticas específicas: se trata de cine de producción nacional de los tres países –sin perjuicio de algunas coproducciones incluidas en el programa-, se trata de cine relacionado con el tema de los derechos humanos, y se trata al mismo tiempo del primer paso en una modalidad de presentación cultural que los embajadores respectivos hemos acogido y acordado con entusiasmo: realizar actividades conjuntas, como expresión de esa realidad que es el Mercosur.

El Mercosur es una realidad política, económica, social y cultural.

Una realidad en construcción, un proceso todavía joven, tal vez deberíamos decir adolescente, sujeto a las crisis y a las dificultades propias del crecimiento y la profundización. Los pueblos de los países del Mercosur, que son pueblos hermanos; sus gobiernos, sus empresarios y sus diregentes políticos saben que la integración –sea a nivel regional como continental- es la respuesta correcta a nuestra problemática común: una respuesta que reclama la historia y exige la globalización. Nosotros, embajadores de tres países miembros del Mercosur contribuimos con este pequeño aporte a mostrar esa realidad de que hablaba y a expresar de este modo, simple y explícito, nuestra hermandad y nuestro compromiso con la integración. Desde ya les digo, otros eventos, otros emprendimientos similares seguirán a éste.

Tal es el marco en el que se desarrollará este festival, este es el contexto. Y como el tema central, la referencia elegida son los derechos humanos, queremos homenajear a algunos amigos italianos que han desarrollado una actividad particularmente notable en este campo, en particular en las épocas más difíciles que algunas décadas atrás atravesaron nuestros países. El homenaje supone reconocimiento, significa agradecer a estos bravos italianos su compromiso con los derechos humanos, su denodada labor para defenderlos en los momentos más duros, en esas décadas oscuras en que en nuestros países las dictaduras militares, inspiradas,alentadas y aún producidas por la política latinoamericana de Richard Nixon y Henry Kissinger, se transformaron en fuerzas de ocupación de los territorios de sus propios países y sojuzgaron, persiguieron, torturaron, mataron o hicieron desaparecer a miles de ciudadanos, arrasando con libertades y derechos.

En ese entonces se necesitaba defender los presos, indagar el destino de los desaparecidos, tratar de impedir o atenuar las torturas, apoyar a los familiares, ayudar a salir del país a quienes todavía podían escapar de las garras de los tiranos. Los uruguayos hemos elegido para este homenaje, para este reconocimiento, para este agradecimiento público a un amigo italiano que se ganó a pulso y con coraje y determinación, la amistad perenne del país y de su gente: Marco Baccin.

Marco residía en Uruguay, no era el Embajador de Italia sino el Encargado de Negocios. Desde esa posición trabajó incansablemente por los derechos de los detenidos. Todos recordamos su labor en pro de la libertad del General Liber Seregni, lider máximo de la izquierda, el “general del pueblo”, que ha ingresado a la mejor historia del Uruguay, hemos recogido el testimonio emocionado de su esposa –hoy viuda- Lilí Lerena y de sus hijas Bethel y Giselle; todos recordamos su compromiso con la libertad del ingeniero José Pedro Massera, un matemático notable reconocido en todo el mundo por sus altos méritos académicos, dirigente histórico del Partido Comunista del Uruguay y de la edil comunista Selva Braselli, una persona extraordinaria, consagrada al bien común; nadie olvida la dedicación de Marco a la causa de la libertad de Rosario Pietrarroia, dirigente sindical del sector metalúrgico. Estos no son más que algunos ejemplos particularmente notables: un lider histórico y estadista, un gran científico y a la vez político, una representante política de la población de Montevideo, un dirigente sindical. A ellos se suman decenas de otros casos, no tan notorios, pero en los que siempre la figura de Marco aparecía ayudando, abriendo puertas, respaldando, organizando redes de asistencia y solidaridad, a veces simplemente escuchando y ayudando a alimentar la esperanza o aliviar el dolor de familiares y deudos.

Quiero agregar que conocí personalmente a Marco aquí en Italia, a los pocos días de haber asumido el cargo de embajador. Pero no era para mí un desconocido. Tengo el honor de haber contado con la amistad del General Seregni, cuyo equipo asesor integré durante casi una década y mantengo una estrecha relación con su viuda y con su hija Bethel; fui amigo del Dr Massera, soy muy amigo de Selva Braselli. El nombre de Marco Baccin y las referencias a sus actividades solidarias en Uruguay era conocido por mí desde mucho tiempo antes de nuestro primer encuentro personal. Un nombre siempre acompañado por expresiones de aprecio y reconocimiento.

Marco visitó a los presos en la mazmorras de la dictadura, y empujó y convenció a otros diplomáticos –aún de mayor rango- a acompañarlo y participar de esa tarea humanitaria y necesaria.

Marco abrio las puertas de la embajada de Italia –en un momento en que casi todas las puertas estaban cerradas- y acogió en ese espacio fraterno a familiares y amigos de los perseguidos. Marco escuchó, cuando muchos oidos estaban clausurados por el temor; utilizó al máximo las posibilidades de la diplomacia para indagar, presionar, negociar; Marco habló, ayudó y consoló a mucha gente. No es posible, en una corta intervención reflejar adecuadamente el valor de este italiano, digno de la mejor tradición libertaria y democrática de su patria; no es posible en unos pocos minutos subrayar suficientemente la importancia de su labor, el trabajo y el sacrificio que implicaron. Pero al menos podemos desde esta tribuna y en este acto decirle con emoción las únicas palabras justas, las que resumen los sentimientos de este Embajador y del pueblo y el gobierno que representa: a Marco Baccin, al amigo Marco ¡Muchas gracias, compañero!

Roma, 20 de Junio de 2007



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